viernes, 31 de agosto de 2012

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Soledad en un charco de humedad
tarde cansina empapada en el recuerdo
La Grecia de principios del siglo IV...
Las colonias norteamericanas antes de su independencia...
Y así una espiral, un bucle de hastio al que enfrentarse sin remedio
mientras sopla el viento de la incertidumbre
los miedos reales sustituyen a los imaginarios
¿Adulto o niño? No lo se
quizás un poco de ambos
Espera que se prorroga en el mar de un tiempo que no ayuda
¿Pero a que hay que esperar?

miércoles, 29 de agosto de 2012

Baudelaire en la noche...

Aun no se que es lo que me ha llevado a las dos y pico de la mañana a coger de una estantería Las Flores del Mal  y ponerme a ojear...

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Revestir sabe el vino los más sórdidos antros
De un milagro lujoso,
Y hace surgir más de un pórtico fabuloso
Entre el oro de su rojo vapor,
Como el sol que se pone en un cielo nublado


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Cielo Neblonoso

Se diría cubierta de vapor tu mirada
Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?)
Alternativamente tierno, cruel, soñador
Refleja la indolencia y ppalidez del cielo

Recuerdas los días blancos, y tibios y velados,
Que a las cautivas almas hacen fundirese en lágrimas,
Cuando, presa de un mal confuso que los tensa,
Los excitados nervios se burlan del dormido.

A veces te asemejas a esos bellos paisajes
Que iluminan los soles de estaciones brumosas...
¡Y como resplandeces, oh mojado paisaje
Que atraviesan los rayos entre un cendal de niebla!

¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas!
¿Acabaré adorando vuestras nieves y escarchas,
Y al cabo, arrancaré del implacable invierno
Placeres mas agudos que el hielo y que la espada?

      

                           Del señor Baudelaire...

martes, 28 de agosto de 2012

Oda a una señorita...

Cuentan que no hace mucho vivio una joven señorita que soñaba despierta en su castillo rodeada de la naturaleza salvaje de Las Gabias, reino al que llegó siendo solo una niña...
Si a su nombre nos atenemos, sepan señores, que se llamaba Marina Padilla, y que llegó de tierras lejanas a los reinos imaginarios que poblaban su mente -o la de aquí un servidor, da igual-, no muy lejos de lo que hoy conocemos como la legendaria ciudad de Granada...
Eran tiempos de atentados contra los soñadores y la imaginación, y ella, en su castillo soñaba despierta con maestros de esgrima y leyendas de otros tiempos...
Se cuenta que, en el año 2011, antes de la era post industrial, aquella señorita que quería soñar despierta, conoció a un joven caballero de otro de los reinos de aquel entonces, él se llamaba David de Santa Fe...
Juntos, vivieron cuantiosas aventuras y encuentros furtivos en aquellos reinos, por los que viajaban habitualmente en sus carruajes..
También cuentan que lo que fue la antigua ciudad de Granada, aquella joven solía visitarla a menudo...
Si a las historias nos hemos de atener, aquellas que han sido transmitidas de generación en generación después de la Era Industrial, sabed que Marina de Las Gabías era mujer de sueños y de letras...
Según muchos prohombres de la época, la joven dicese que estudiaba la historia y las letras en la Universidad de la antigua Granada...
Aquí,  estuvo rodeada de un amplio círculo de intelectuales entre los que se encontraban el teórico retroindustrial Eduardo de Almería,  los afamados músicos Jualian de Alcalá y Joaquin de Alcalá, el arqueólogo aventurero El Gaditano y otros muchos políticos, poetas, historiadores, músicos y demás personas de la vanguarda intelectual del momento...
Gentes, que más o menos influyeron en el acontecer de su vida...
Eran tiempos de decadencia, de tiranos que gobernaban como querían y a los que al pueblo increpaba cada día más...
El espíritu de la joven Marina de Las Gabias, siempre díscolo y rebelde incluso en la corte de su propio castillo, le granjeo cuantiosos problemas con sus redes clientelares, pero ella, siempre determiante y con la fuerza equivalente a varios de sus enemigos, los abatia con la palabra o la espada...
Siempre en guardia, siempre en el estudio, siempre en su poderosa imaginación, siempre en su destreza de armas; mujer de letras y espada...
Así es como vivió la señorita Marina de Las Gabias, apasionada, supo amar a aquel que fue digno de ella, cultivó su intelecto hasta límites insospechados cercanos a los sabios del momento; vivió, amó, luchó y murio joven (¿...?) 
Esta, sabed que es su historia.

domingo, 26 de agosto de 2012

...

No es la primera vez que en vez de el sonido del despertador me levanto gracias a la inquietud y el desasosiego de unos sueños que desde hace meses, de vez en cuando, insisten en atormentarme y joderme más de lo que ya estoy. Imágenes surrealistas, situaciones imposibles, que sin embargo, cuando me levanto, se que tienen algo de verdad, que es lo peor. Todos los que me rodean aparecen tan en paz, tan... ajenos... Incluso ella forma parte de esa paz, de esa tranquilidad y sosiego que ha conseguido alcanzar. No puedo reprocharle nada a nadie, solo a mi mismo. Y al final siempre quedo como una especie de loco maniaco desesperado en esas imágenes que de vez en cuando tienen el "placer" de pasearse por mi mente en la nocturnidad de un sueño que no termino de conciliar bien muchas veces...

sábado, 25 de agosto de 2012

El comienzo de una gran historia...

Hace ya casi tres años que empecé lo que hasta ahora ha sido la historia más larga que he escrito en mi vida. Hoy, con poco más de 200 páginas, y con un avance mucho menos rápido de lo que quisiera, esta historia sigue viva en mi imaginación. Así fue como empezó, en una clase de prehistoria en 1º de carrera:

                                                                            I

   Louis Grenuille haceleró el paso. Con un poco de suerte todavía estaría el metro abierto. Cruzó el rio hacia Notredame. La Isla de la Cité se miraba en su propio espejo, el Sena, cuyas aguas eran visrios de colores de noche y aguas turbias de día. En las calles desiertas, encontró por fin una boca de metro. Bajó los escalones de dos en dos y suspiró aliviado al comprobar que todavía no estaba cerrado. Compró un billete en la taquilla y enfiló por los solitarios pasillos y escaleras para tomar el tren en dirección norte. Por corredores contiguos se oyeron algunos apresurados pasos, pero a aquellas horas de la noche el metro estaba practicamente vacio. 
   Después de terminar el trabajo, el abogado Lafayette se había empeñado en invitarle a un par de tragos en una taberna de Montparnasse. Grenuille había accedido a regañadientes, pues estaba cansado y o era la primera vez que tenía que aguantar las insoportables borracheras de Lafayette. Esa vez se había emborrachado tanto y tan pronto que que se quedó dormido en la barra, por lo que consiguió librarse antes de él. Granuille aprovechó y le dijo al camarero que le diera el recado de que había tenido que marcharse por un asunto urgente. Poco después salió de la taberna dando grandes zancadas. Había sido un día duro. estaba harto de tanto papeleo, solo quería llegar a su casa cuanto antes y meterse con su mujer en la cama.
   Al llegar al andén la soledad le sorprendió. No había nadie, lo cual le inquietó. A esas horas podía aprecer cualquier tipo de gentuza y robarle aprovechándose de lo solitario que estaba todo, pensó. Un escalofrio le reccorrió la nuca, asi que decidió sentarse para relajarse un poco. Tanto trabajo a veces pornía nervioso a cualquiera y la imaginación luego jugaba malas pasadas. Pero en su interior, sin saber por qué, algo se puso alerta. se incorporó un poco hasta acabar poniéndose en pie, y miró a su alrededor. Las redondas farolas que colgaban de  brazos metálicos fijados a la bóveda no eran sino una siniestra procesión de globos luminosos que flotaban en el hedor que envolvía la estación de la Cité. El silencio solo lo interrumpía el lejano rumor de los trenes circulando por los túneles. Entonces Grenuille creyó ver una grotesca sombra que parecía dibujarse sobre los azulejos de la bóveda, en el otro andén. Se giró rapidamente y comprobó que detrás suya no había nada ni nadie. Cuando su mirada volvió a posarse al otro lado de las vías tampoco había sombra alguna. Estaba empezando a ponerse nervioso. Por suerte, para su alivio un tren acababa de surgir de la oscuridad del tunel. el gusano de luces se detuvo junto a él con un agudo chirrido y se abrieron las puertas. Sin embargo, cuando Grenuille subió al vagón y comprobó que en él no había nadie, la momentanea sensación de alivio que había experimentado segundos antes se desvaneció rapidamente. Resignado, se acomodó en un asiento e intentó pensar en otra cosa. El tren arrancó acompañado por un concierto de sonidos eléctricos y mecánicos. Los ruidos de las ruedas al inscrbirse el comboy en las curvas en lar curvas le daban dentera y hacían que sucesivos escalofrios le surcaran el cuerpo de pies a cabeza. Las luces del techo parpadeaban al ritmo del traqueteo. Fuera, solo oscuridad, la negrura del subterraneo.
   De repente, las luces se apagaron  y el tren empezó a perder velocidad hasta detenerse. Grenuille se levantó horrorizaado. Solo es una avería, se dijo a si mismo intentando serenarse. El silencio era ahora mortal, de ultratumba. Lo único que percibía era su agitada respiración. No podía ni siquiera verse a si mismo, pues la oscuridad era absoluta, pero notó como las manos le tamblaban involuntariamente. Por todo su cuerpo empezaron a resbalar gotas de un sudor tan frio como el hielo. Se acurrucó en su asiento y abrazó su maletín con fuerza. 
   Entonces advirtió otra respiración a parte de la suya, mucho más ronca y sonora. No parecía la de una persona. Era como si respirase el mismo diablo. Grenuille, con el rostro surcado por lágrimas de desesperación, agudizó el oido e intentó averiguar de donde procedía. Llegaba algo lejano, asi que quizás , fuese lo que fuese estaba fuera, sumergido en el oscuro silencio del túnel. Se preguntó si de verdad estaba oyendo aquella o era un producto de su imaginación ¿se estaría volviendo loco? Y en aquel momento, como si lo que había fuera le hubiera leido la mente, un fuerte golpe en el costado del vagón lo sacudió con fuerza.. Él dio un brinco y creyó que el corazón se le salía por del pecho. Aquello no podría estar ocurriéndole. Solo podía ser una pesadilla. El golpe se repitio de nuevo, varias veces, cada vez más fuerte. La puerta corredera cedió docilmente y se abrió. Grenuille, que se había encogido al fondo del vagón lloraba a lágrima viva. Intentó gritar, pero su voz se ahogó. Los temblores y el miedo no le dejaban pensar. Solo quería salir de allí. Ya no solo oía aquella respiración cada vez más cercana, sino que ahora también iba acompañada de unos fuertes pasos que parecían estar destrozando el piso del vagón y de los gruñidos propios de una bestia. Se estaba acercando lentamente hacia él. Louis Grenuille entreabrió los ojos y vio como justo en frente de su cara tenía dos esferas amarilllentas que parecían tener luz propia y vida.

                                                                                II

   En la mañana del nueve de octubre de 1925, el tren expreso procedente de Burdeos penetraba en la playa de vías de la Gare d´Austerlitz, en aquel entonces conocida aun como Gare de Orleans. Era una típica mañana de otoño...

Y hasta aquí puedo poner de momento ;)

viernes, 24 de agosto de 2012

Syrio Forell


Una de mis escenas favoritas de Juego de Tronos =) Yo también quiero un maestro de esgrima así.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Paranoia nocturna

Buenas noches, mundo ¿Sabes? A veces pienso, para mi regocijo, en lo amplio que eres en todos los sentidos. Tienes tantas cosas que ofrecerme... Eres tan grande, lleno de tantisimas cosas interesantes, de tantas personas, de tantos lugares, idiomas, costumbres... Hay veces que lo único que quiero es lanzarme a descubrirte, a la aventura, ha tomar todo lo que puedes ofrecerme. Porque creo que tienes mucho por ofrecerme, si lo busco ¿Por qué entonces a veces tanto desasosiego ante tu grandeza? ¿Por qué me asusto a veces ante toda la vida que discurre por ti? Quizás sea -pienso- porque estoy solo ante ti, y mi impones muchisimo... Lo más seguro es que sea por eso

lunes, 20 de agosto de 2012

Extraño amanecer después de una extraña noche...

   De buena mañana esta tierra parece mirarse en un espejo. La lámina artificial de agua que se extiende ante mí, refleja una urbanización  infinita, y el ocre lejano de los montes. Pequeños puntos negros en forma de pato surcan ese cristal, como manchas que se pasean por el espejo. Pero el murmullo de los coches ahoga el sonido de las aves, siempre ocurre así. Mercedes y Roberto aun duermen en este oasis artificial en mitad del mar de plástico.

sábado, 11 de agosto de 2012

Tren de madrugada

Tren en la noche humeda y pegajosa
Las playas de vías y los semáforos se suceden fantasmagóricos a través de la ventanilla
Luces fugaces y difusas se escurren antes mis ojos
El recuerdo de ella también se arrastra por lo mortecino de la madrugada,
y su imagen también se pasea por esa oscuridad
Es lo último en lo que pienso antes de caer en el sueño del traqueteo
Cuando despierto el tren está llegando a Santa Justa
Reminiscencia del último amanecer que contemplé desde un tren...