miércoles, 21 de agosto de 2013

Alrededor de 4000 kilometros

   

   Desde el pasillo de mi coche de compartimentos contemplaba el ajetreo en los andenes de Bordeaux Saint-Jean. El tren iba a salir hacía Hendaye, y comenzaba el regreso después de casi un mes. Fue entonces cuando me pregunté cuantos kilómetros había recorrido desde que salí de Almería el día 15 de julio. Haciendo la cuenta de la vieja, calculé que tantas horas de tren más otras tantas excursiones en Galicia y Burdeos habían compuesto esos más de 4000 kilómetros, de los cuales la mayoría fue en tren.


   Creo que ha sido el viaje más largo que he hecho en mi vida. Pero no solo el más largo, si no uno de los más intensos, y en el que he compartido buenos y algún mal momento tanto con nuevas amistades, como con amigos conocidos. He tenido tiempo de todo: De aprender algo de arqueología, de descubrir los versos de Rosalia de Castro, de maravillarme con esa maravillosa esquina del país llamada Galicia, de haber visto como nunca antes a Dali en Madrid, de haber dormido en un tren con un chino que roncaba, de haber estado en un poblado minero abandonado de León tirado con un tren durante más de una hora... He sido caballero en el Limousin medieval, me he dado el gusto de cruzar una frontera a pie entre Irún y Hendaya, he paseado por un puente sobre el rio Garoña con una amiga maravillosa que me ha descubierto Burdeos, he aprendido a comer ostras mientras intento comunicarme en francés rodeado de músicos, e incluso me aficionado algo a la cerveza. También me he dado cuenta, que pese a mi torpeza, no es imposible comunicarme en otra lengua con las personas, algo que me ha motivado bastante para seguir a muerte con el francés. Ha sido un viaje extraño; absurdo e increíble, en el que he conocido a muchas personas y he visto muchos lugares; pero sobre todo ha sido un viaje en el que me he descubierto un poco más a mi mismo.