domingo, 29 de septiembre de 2013

Tarde de septiembre en Triunfo

Saluda el otoño un año más,
con sus crepúsculos tempranos
y la humedad reptando por las calles

Vuelve el gris sobre los tejados,
el sonido de la lluvia acariciando las tardes,
el amarillo tiñendo los árboles

Un mar de paraguas en las aceras,
la noche que se adelanta, impaciente;
los muros que chorrean agua...

Huele a lluvia

martes, 24 de septiembre de 2013

Reflexionando acerca de la historia

   Tal vez mi gusto por la historia se deba que soy una persona a la que siempre le ha gustado asomarse al pasado. Podrdría decir que el pasado es una de las cosas que más fascina de todo lo que atañe al género humano. A veces pienso que nuestra sociedad vive -por desgracia- de espaldas a la historia. Esta solo aparece en el imaginario colectivo en forma de batallas y personajes, en forma de unos hechos que a la hora de contarnoslos, nos parecen más algo cercano a la literatura, que el trascurrir de la vida de la humanidad en otra época que no es la nuestra. Incluso hay quien afirma en base a esto, que la  historia es literatura. Así pues, los niños que aprenden historia en el colegio memorizaran muchos datos que olvidarán y sin embargo no sabrán algo tan importante como por ejemplo, como se desenvolvía la vida cotidiana en su ciudad o pueblo hace un siglo. Es por eso que la historia se nos cuenta, pero no empatizamos con ella tanto como deberíamos, quedando esta como algo ajeno a lo que acontece hoy día. Vivimos encerrados en nuestra época, en un tiempo histórico que se ha acelerado cada vez más y que genera unas incetidumbres inquietantes en este comienzo del siglo XXI. Hoy día, acostumbrados a ese progreso creciente y aparentemente eterno, parecemos mirar tanto al futuro que perdemos de vista el pasado. Incluso con la crisis sigen reproduciéndose los viejos esquemas. Pocos se paran a pensar que los poco más 5000 años de historia conocida de la humanidad no son apenas nada en el espacio y en el tiempo; y que el hecho de poder estar conectado a internet las 24 horas del día con móviles, tablets, etc; es algo que sucede desde no hace ni diez años.

   Es necesario cambiar la perspectiva. En mi caso, sin embargo, creo que peco de demasiada imaginación, pero pienso que ponerse en esta situaciones, aunque no sea hacer historia, si que es un buen ejercicio para empezar a plantear ciertas cosas. Para mi se trata de intentar imaginarme a mi mismo en otra época, en otro lugar, e intentar verlo en mi cabeza con el mayor número de detalles posible. Me he visto a los pies de una barricada en las revoluciones del siglo XIX, en mi propia ciudad en el siglo XI con todos sus habitantes hablando en árabe, sin construcciones contemporáneas, con todas sus murallas, etc; he intentado caminar por una calle de la América colonial, o verme entre unas trincheras en la I Guerra Mundial. Con más o menos acierto, se trata de imágenes fantásticas sin duda, que las forjaremos dependiendo de nuestro conocimiento acerca del tema. Pero ¿entocnes de que sirve esto si no es hacer historia? Para mi es fundamentalmente un ejercicio de empatía con una situación pasada. Se trata de que en vez de imaginar a los actores perfectamente maquillados y vestidos de una serie de televisión "histórica", nos imaginemos -por ejemplo- caminando por un burgo medieval rodeados de personas que no se han dado una ducha con jabón en su vida probablemente o dondela vida de una persona no vale lo que hoy día en nuestra sociedad occidental contemporánea. Es pensar en todo lo que había y ahora no, y en todo la ahora hay y antes no; en que los valores de aquellas personas serían muy distintos; en que sus costumbres, su lengua y su manera de expresarse no es ni siquiera la nuestra. Incluso hace apenas unas décadas en el mismo sitio donde ahora vivimos. Es darse cuenta de que, siendo nuestros antepasados, nos sentiríamos en otro mundo.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Madrid 2020, el desenlace

   Cuando Madrid fue descalificada la primera de la candidatura de los juegos olímpicos 2020, no solo hubo caras largas entre muchos, sino de extrañeza. La gente, desconcertada se preguntaba: ¿por qué? Cuando solo bastaba pararse a pensar un poco en que sobraban los motivos económicos y sociales. No puedo evitar hacer algunos paralelismos con esa España de la Restauración, pérdida y sin rumbo; en la que después de una gran decepción, como pudo ser perder la Guerra en el 98, la ciudadanía se hace esta pregunta desconcertada y se da cuenta de que alguien -no se sabe muy bien quien ni como- les ha engañado o les a dadod falsas esperanzas. Hoy como entonces, ese optimismo que no responde a la realidad económica y social del país, ha sido difundido irresponsablemente a través de mensajes hipócritas, de marcas España, medios de "incomunicación", pero sobre todo, de todos aquellos que nos quieren hacer creer que este país va a ir bien por celebrar un evento que no aporta ningún tipo de mejora en las condiciones sociales y econónmicas de los ciudadanos a largo plazo. Como otras veces, el patriotismo chabacano, la incoherencia y las ilusiones a base de crear una imagen, (porque no nos engañemos, quieren convertir el país en una imagen de cara al exterior, vacía de contenido) han desembocado en que muchos se queden con cara de tonto, como sin poder creérselo. Tal vez la ciudadanía debería de empezar a hacer un verdadero ejercicio de introspección en relación al estado del país, en vez de dejarse arrastrar sin ningún tipo de conciencia crítica por la televisión y esa falsa imagen que en realidad no se corresponde con la de España. Más dinero para lo que realmente importa, dejemos de pensar en infraestructuras faraónicas, en macro eventos y demás cosas que NO aportan nada a largo plazo, y sobre todo, preguntémonos a donde queremos que vaya a parar NUESTRO dinero realmente.