martes, 9 de junio de 2015

Sobre canción de hielo y fuego


Reconozco que al principio me costó, pero me acabó atrapando mucho; me acabó fascinando. Nunca me han llamado la atención tanto otras sagas de fantasía del estilo, sencillamente porque en Canción de hielo y fuego se entremezclan toda una serie de ingredientes que difícilmente podemos ver en otras historias.
Para empezar, lo que más admiro de la historia que ha sido capaz de crear George R.R Martín, es la humanidad de sus personajes. No vemos una dicotomía entre el bien y el mal propia de otras historias, solo personas que se mueven a lo largo de la trama en función a sus intereses y aspiraciones, a sus defectos y virtudes, a lo que aman o lo que desean, o a lo que odian o les acompleja. Tal vez por ello he logrado empatizar con todos y cada uno de ellos en algún momento a lo largo de los cinco libros. Es difícil no hacerlo. Y de personajes complejos y humanos, a historias complejas y humanas; historias ricas y bien construidas que encierran muchas metáforas sobre el poder o la diferente mentalidad de culturas distintas. Por último, el escenario. Personajes e historias que se mueven en un mundo que no es real pero que tiene mucho del imaginario medieval. Una imaginación prodigiosa que, con el justo toque de fantasía, ha sido capaz de crear esta saga.
Sirvan estas palabras y el cover del tema de la serie (aunque esta no será jamás tan buena como las novelas) del excelente músico francés Luc Arbogast para rendir homenaje a Canción de hielo y fuego.