martes, 23 de mayo de 2017

¡Que alivio el cielo
y la brisa de levante
corriendo sobre mi piel!
Allí al fondo,
en algún rincón
entre el mar y la puesta de sol,
el hormigón dibuja
aristas y centros comerciales:
Las cuevas de nuestra civilización.
La atmósfera ya está
cargada de luces al entrar,
y la anónima música
programa los pasos,
la respiración, la vida.
Es el ritmo de las cosas,
del dinero que vuela
sobre el suelo pulido y reluciente
de la gran superficie.
No cantan los pájaros,
solo las cajas registradoras
con cada código de barras,
con cada cierre y apertura,
con cada céntimo que absorben .
No canta la guitarra
bajo la luna,
solo el último éxito,
solo el repetitivo ritmo comercial,
solo el impersonal sonido
de una mesa de mezclas
bajo un techo opaco.
Me asomo a los escaparates
como quien se asoma al precipicio
de la vida,
y solo veo reflejado
un ser que en realidad no es yo,
encerrado en un mundo de brillos,
caras sonrientes
y siluetas de vanidad,
un mundo que en realidad no existe.
Por eso...
¡Qué alivio la música bajo el cielo!

domingo, 7 de mayo de 2017

Quisiera no asomarme a esta ventana
que da un pozo,
quisiera asomarme a tus ojos,
y respirar tu aire,
vagar por la curva espacio temporal
de tus labios infinitos.
Quisiera sentir que en este mundo
de pantallas y cajeros automaticos
hay algo tan auténtico
como tu mirada acorralándome
en una habitación
con vistas a la vida.

martes, 2 de mayo de 2017

La noche va trepando por la enredadera
de tus cabellos,
y tú, nota perdida, música misteriosa,
llama que baila en la brisa,
vas envolviéndome en tus pupilas de miel.
Despacito, deteniendo el tiempo.