No olvidaré como aquella sonrisa colgaba de tus labios esa tarde fabricada para nosotros. La música acompañaba nuestros pasos, y nuestras miradas esquivas eran seguidas de alguna risa nerviosa. Y supo tan bien, cuando se rompió el cerco, sabías tan bien cuando te probé... Y eso que me repetí las normas de autocontrol un millón de veces antes de encontrar el marrón de tus ojos mirándome tras tus gafas cuando me saludaste. Pero era TAN difícil permanecer inmune a ti... Tan difícil esquivar un roce de tu brazo. Granada era un paseo de artistas, enjambres de guiris aprovechando cada rayo de sol, una guitarra y un clarinete rasgando la tarde, un bosque que hablaba de nuestro silencio... Y nosotros... Nosotros jugabamos al escondite con el futuro mientras nos besábamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario