Una lusófona despistada se acerca al guardia de la consigna para preguntarle como va la cosa.
- No la entiendo ni torta, señora -alcanza a decir el castizo securata.
La lusófona, despistada ante la elocuencia de su interlocutor, se marcha diciendo:
- Muito obrigada, muy amable...
Espero que al menos el señor entendiera eso...