El amanecer empieza a dibujar
una tierra que ya queda atrás...
Mis circunstancias y yo,
facturadas en turista,
vuelan ya hacia Castilla
empujadas por un suspiro
del viento de poniente.
Atrás queda, taciturna,
la ciudad de las palmeras;
y el horizonte se abre
al camino del tren.
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