Los muertos no escriben.
Solo la emergencia eléctrica de la vida
hacer correr la tinta.
Tres pasos invisibles,
dos manotazos al viento,
un beso al vacío
y un papel en blanco.
Hay que proyectar
sombra en la noche
y deslumbrar a la aurora,
estremecer los palcos
con una buena canción,
nadar en otra piel
como si lo hicieras en un lago,
o simplemente susurrar una historia
en voz bajita.
Roto el tiempo,
batalla en el camino.
Porque los muertos no escriben.
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