Mi laberíntica senda
-y todos sus atajos-
siempre necesitan el pequeño oasis
del canto de un pájaro
perdido entre las frías avenidas
de la nota suelta
que fabricó algún músico errante
o del cielo estrellado
escapando de las luces led
La luz de un pueblo pequeño
tiritando en la noche profunda
la carretera abrazando la montaña
con los lazos de sus curvas
y las sierras vigilantes
alzándose protectoras del camino
La velocidad disminuye
y el tiempo adquiere otro significado
Yo me hago pequeño, pero me siento grande
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