viernes, 5 de septiembre de 2014

Pequeño homenaje a Federico García Lorca

Cuando el chino lloraba en el tejado
sin encontrar el desnudo de su mujer,
y el director del banco observaba el manometro
que mide el cruel silencio de la moneda,
el mascarón llegaba a Wall Street.

No es extraño para la danza
este columbario que pone los ojos amarillos.
De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tensso
que atraviesa el corazón de todos los niños pobres.
El ímpetu primitivo baila con el ímpetu mecánico
ignorantes en su frenesí de la luz original.

                                                Federico García Lorca























¿qué verían hoy, Federico, esos ojos tuyos de 1910?
Si quiera en tu Granada,
asediada por el rumor gris de los ladrillos.
Las auroras de ceniza
no son dificiles de encontrar,
los desfiladeros de cal
los hemos importado con orgullo.
Y entre tanto,
tiembla la guitarra acorralada en las esquinas
y los pájaros buscan hueco en las aristas.
Pero tus ojos no mueren
si quiera en los fusiles de los fascistas,
porque hoy tu fantasma camina
por esas calles,
y el mascarón
¡Si, esa ola de fango y luciérnagas!
quizás venga a esta España marchita,
a esta Europa de brujos encorbatados.
Los cuentos estarán acompañados
de una buena canción,
la música inviatará a bailar
a la luna en ese armonico caos
y las noches,
las noches de tu Granada,
serán la aurora
en el blanco y negro de tus ojos.

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