martes, 13 de enero de 2015

Los laberintos de la noche siempre encierran  toda esa amalgama de contradicciones  que descienden en virutas de desidia desde alguna esquina de la (sin) razón, incapaz por lo visto de funcionar llegada cierta hora y/o ciertos momentos. Es cuando el alma se diluye en el estanque, cuando todo aflora y todo es frenético al mismo tiempo que pausado, debido quizás al cansancio. Toman todas direcciones, son un vortice. No sabes que sentir, solo sabes que en parte te sientes un poco tonto; porque a veces todo lo que crees ser es contradictorio y caótico, y pese a eso no puedes dejar de ver cierta belleza en esa bomba de relojería, en esas corrientes eléctricas que sacuden el alma y la zarandean fuera de control. Y de vez en cuando es bueno dejar que se pierda.

En los laberintos de la noche Selene juega con el horizonte, y Cronos me sorprende una vez más, desbocado en mis instrospecciones nocturnas... Hasta que el sueño vence los impulsos y todo queda en off.


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