lunes, 6 de julio de 2015

Nantes desde la distancia.

   Hace ya varios días que regresé, y aún me acuesta habituarme a todo lo que me rodea aquí. Cosas, ambiente, personas, olores... Todo me resulta tan familiar como lejano; y tengo la sensación de haber venido de la luna.
   Mi estancia en Nantes ha sido una experiencia tan extraña como enriquecedora, de las que lo que más valoro es lo que aprendido durante esos meses. A veces me quejaba de que la gente de aquí era demasiado de una manera y allí demasiado de otra. Si estaba en Francia a veces me parecía la gente algo distante, a veces demasiado informal u otras demasiado educada; y en España a veces la gente me parecía demasiado informal o que hablaba demasiado alto. Con el tiempo y la perspectiva que te da vivir en dos sitios tan diferentes, lo que mejor y más he aprendido es que en cada lugar y en cada cultura las personas tienen sus cosas, una manera de mirar la vida o de comportarse en sociedad. Y tal vez no sea ni bueno ni malo; tal vez es que solo seamos diferentes porque el mundo es diferente (por suerte =) )
   Ha habido malos y buenos momentos, pero no me arrepiento de nada pese a que en algunos momentos tuviera dudas. Empatizar con gente de un países distintos, aprender a desenvolverme en otro país o mantener una conversación en otro idioma mientras me tomo una cerveza con alguien son experiencias muy valiosas como para permitirme quejarme de algo. Ahora, desde la distancia, ya solo queda recordar y no olvidar lo aprendido.

Nantes, tu vas me manquer... À la prochaine!



1 comentario:

  1. No te preocupes, a los lugares siempre puede volverse. Es más, siempre puede volverse en otro momento y con otras circunstancias personales, haciendo de la experiencia algo nuevo por segunda vez.
    Nos vemos en Granada, una ciudad que tampoco he podido quitarme de la cabeza :)

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