jueves, 4 de febrero de 2016

¿Qué apagó la llama
que prendía la noche
en tu piel?
Tus miradas, huidizas
quedaron en esencias fugaces,
diseminadas a orillas del Tormes,
como en una patente sin nombre.
La escucha quebró
el canto dormido
en este invierno
con careta de primavera.
Y la tarde no rompe
tu recuerdo
ni se esconde el horizonte
tras la niebla.
Porque aquí solo queda allí,
en las posibilidades infinitas
de los trazos del camino machadiano
que voy a dibujar.

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