viernes, 8 de febrero de 2013

Puerta Elvira, 1:30 aproximadamente

   Como siempre, la noche granadina, hace que aminore mi paso, dejando que me envuelva ese aire frio y puro de la madrugada. No se si han regado las calles o si ha caido un chaparrón instantaneo, pero en los adoquines y aceras brillan charcos de agua. La Puerta de Elvira tiene las luces apagadas, y un borracho se tambalea contra una pared hasta perder el equilibrio. Se ha orinado encima. Durante un instante dudo en si ayudarle o no. Desisto ante su vomitera en la esquina. En la plaza, todo está más oscuro, porque Puerta Elvira no tiene luces. En uno de los bancos descubro que dos sombras con forma de hombre y mujer se agitan entre besos y abrazos furtivos, casi al ritmo de un taconeo lejano. Permanecen ajenos a su alrededor, inmersos el uno en el otro. Y así continuan hasta que los pierdo de vista al torcer hacia Cartuja. Por extraño que parezca, es un momento a coleccionar, de los muchos que puedes vivir paseando a deshoras por la ciudad, de esos que hacen aminorar el paso y empaparte de la nocturnidad en esas calles.

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