jueves, 28 de marzo de 2013

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Nunca eres consciente del paso del tiempo hasta que empiezas a tener recuerdos. Y a acumularlos. El tiempo es un misterio... Cambian las personas y las cosas, y cuanto más cambian con nuestra memoria como testigo, más nos damos cuenta de que el tiempo también pasa por nosotros, de que crecemos sin remedio. En este sentido siempre me ha fascinado la capacidad que tiene una fotografía de congelar el tiempo. No es solo una época, sino un instante preciso e irrpetible que queda gravado. Y eso, aunque estemos acostumbrados, me parece algo fascinante. Una ventana al pasado, aunque solo sea ese momento concreto.


¿Y que decir de las fotografías de otro tiempo que no hemos vivido? Esta  es por ejemplo en Reyes Católicos en Granada, en 1915. Posiblemente todos los que miran a la cámara estén muertos. Y sin embargo ahí están, en un tiempo que no existe y en un lugar que ya no es el mismo. Ahí está el pasado, tal y como era, con las personas que formaron parte de él. Esa imagen no está muerta, ha sobrevivido al tiempo; y eso es lo que realmente me fascina. Cada fotografía en la que aparecemos forma parte de nuestra memoria, de nuestra historia.

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