lunes, 26 de septiembre de 2016

Allá donde se cruzan los caminos




Una luz brillante
en sus auroras de cemento,
una sonrisa perdida
flotando en el subterráneo
hedor del metro.
Camino entre multitudes solitarias,
sin esa prisa teledirigida
que fluye por las avenidas.
Respirando el perfume diesel
que emana nuestro
prodigio civilizatorio,
me dejo arrastrar
por esa mezcla
de lo castizo y lo moderno,
por ese frenesí
de ruidos sordos,
por ese río humano motorizado
que es Madrid,
siempre tan fatal y céntrica,
siempre tan seductora.

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