lunes, 20 de agosto de 2012

Extraño amanecer después de una extraña noche...

   De buena mañana esta tierra parece mirarse en un espejo. La lámina artificial de agua que se extiende ante mí, refleja una urbanización  infinita, y el ocre lejano de los montes. Pequeños puntos negros en forma de pato surcan ese cristal, como manchas que se pasean por el espejo. Pero el murmullo de los coches ahoga el sonido de las aves, siempre ocurre así. Mercedes y Roberto aun duermen en este oasis artificial en mitad del mar de plástico.

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